Mientras el pueblo se desloma trabajando los políticos y banqueros viven del esfuerzo de los que nos encontramos más abajo (a pie de obra). Ahora bien, a la hora de hacer los recortes ya saben dónde tienen que meter la tijera, donde siempre. ¡Por Dios!, no pensarían que ellos iban a renunciar a sus privilegios.
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