Me gustaría hacer un experimento, aunque ya sé los resultados, prueben ustedes con sus conocidos, verán que los españoles nos merecemos lo que tenemos porque realmente votamos a un partido de fantasmas.
Pregunten a sus amigos, con los que tengan confianza, los que alardeen de decir a quién han entregado su voto, pregúntenle quién era el primer candidato de la lista. Quizá lo sepa, aunque sería extraño, pero, quién era el segundo de la lista, o el tercero. Podemos descubrir que en muchos casos desconocen incluso quién era su primer candidato. Entonces, ¿a quién han votado?
Los españoles votamos a fantasmas. Tenemos un sistema político tan deteriorado que una única persona, una única imagen se dedica a desplazarse por el país arengando a las masas, exaltando a sus correligionarios, pidiendo el voto en Cantabria, en Córdoba, en Badajoz, en Huesca…, qué importa quién sea el candidato número uno de cada circunscripción, no pinta nada, ni tiene nada que decir. Lo que importa es que el “número uno del partido” se deje ver y querer.
En estas pasadas elecciones alguien ha visto hablar a alguien del PSOE que no sea Rubalcaba, o del PP que no sea Rajoy. Hablan los de siempre, diciendo lo de siempre. ¿Qué pasa que el resto, son mudos, o quizá es que son idiotas? ¿Tiene criterios, saben pensar? No lo necesitan. No es necesario que sepan hacer la “o” con un canuto, incluso ni sería necesario que supieran escribir. Con que tengan un solo dedo, el indispensable para apretar el botón del voto en el congreso, es suficiente.
Pensar, tener criterio, ¿para qué?, no es necesario, es más, es necesario que no se tenga porque en el congreso se vota al toque de corneta. Lo que manda la cúpula va a misa, y los de la lista votarán lo que les han mandado, que para eso se están embolsando una buena pasta por no hacer nada.
¿Han visto alguna vez a algún diputado, o senador, que vote en contra de lo que dictamina el partido? Si lo han visto lo habrán visto poco, porque rápidamente pasaría a convertirse en un paria, y los integrantes de la casta son tan ruines que el sentido de la palabra “honor” la perdieron cuando les entregaron el carnet de partido.
Aquí nadie conoce a nadie, ni los votantes a sus elegidos ni los elegidos a sus electores, total, ¿para qué?, una vez entregado el voto todos votaran “a la orden”, nadie tiene responsabilidades con los que les eligieron.
Resulta que no votamos personas, votamos a una masa informe con una sola cabeza, votamos a un grupo de fantasmas etéreos que pululan por los organismos oficiales, cobran, se revisten de privilegios, pero no aportan otra cosa que lo que diga el partido. ¿Verdad que ahora sí creen en fantasmas?
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